Los tiempos están
cambiando.
Pequeña crónica del concierto por la libertad
de Alfon
Muchos hechos, aparentemente aislados se han
condensado y mostrado su significado en el acto que
hoy ha tenido lugar en la parroquia de Vallekas,
para exigir la libertad de Alfon.
Casi setecientas personas, convocadas de boca a
boca y por internet, hemos abarrotado un salón que ha alojado un concierto
destinado a recoger fondos en solidaridad con el único preso del Estado que
permanece en la cárcel por la huelga general del 14 N y al que se le ha aplicado
el régimen especial FIES 5.
Alfonso Fernández Ortega, un joven vallekano de 21
años, un luchador, hijo de la clase obrera, que está sufriendo una represión
descomunal sin que a fecha de hoy – mes y medio después de su detención – se
conozca el informe policial de la acusación, no es el primero sobre el que se
descarga
la opresión de los aparatos del Estado. La
represión viene incrementándose desde hace tiempo. Lo que antes caía casi
exclusivamente sobre el pueblo vasco, se extiende ya sobre las espaldas de otros
pueblos del Estado español con una marca única. La sufren quienes afrontan el
reto de enfrentarse mediante la lucha al expolio generalizado con el que las
clases dominantes están golpeando a la clase obrera con el pretexto de la
crisis.
La diferencia del caso de Alfon con lo sucedido en
ocasiones anteriores es que ahora se está gestando una respuesta colectiva, de
clase. No es casual que el epicentro esté en Vallekas, el corazón de la clase
obrera madrileña. Es allí donde, a pesar de todos los desastres y traiciones que
ha sufrido en movimiento obrero, se acumula memoria colectiva, juventud
combatiente y ese gérmen incombustible de conciencia que generan el paro, los
desahucios y unas condiciones de vida cada día más difíciles. Ese es el baluarte
frente al que se estrellan cada día los millones gastados en anestesia colectiva
destilada desde los medios de comunicación, la opresión brutal ejercida
cotidianamente en los lugares de trabajo con el miedo a perderlo como concreción
de la dictadura del capital y el fantasma cada vez más presente de la represión.
No saben ellos, y no aprenden de la historia, que cuando más se desenmascaran y
con más fuerza golpean, más se templa el acero del pueblo que resiste y que
comprueba que no tiene ante si otro camino que destruir el sistema criminal que
representan.
La lucha por la libertad de Alfon es hija de la
conciencia obrera y popular que a tientas y a trompicones se va construyendo en
Madrid. Luchas aparentemente aisladas como el movimiento antifascista – que
aglutinó una enorme y combativa respuesta popular ante el asesinato de otro
joven vallekano, Carlos Palomino – las asambleas populares surgidas en torno al
15M, la Coordinadora de Asambleas de trabajadores de Barrios y Pueblos, la
fuerza con la que se recibió la Marcha Minera, las convocatorias a rodear el
Congreso y la respuesta a la represión, las huelgas de la enseñanza, el
transporte y la sanidad – van coagulando en conciencia de que el capital y sus
gobiernos van a destruir todas las conquistas sociales de generaciones de lucha
obrera y han ido acumulando “material altamente inflamable”. Se extiende la
conciencia de que la lucha es el único camino, a pesar de que no hayan victorias
parciales, de que se trata de ellos o nosotros.
Todo eso se ha puesto de manifiesto esta noche,
con una belleza difícil de expresar. Se ha concretado en sentimiento colectivo
toda la fuerza imponente de un pueblo que siente que si nos golpean a uno, nos
golpean a todos y que la lucha por la libertad de Alfon, es la lucha por la
libertad de todos. Y sobre todo, que cuando hay un pueblo detrás, la represión
es un boomerang imparable que nos fortalece y les debilita.
Las cantoras y los cantores de esta noche han
cumplido, como hacía mucho tiempo que no se sentía
en Madrid, esa función vital, genética y
palpitante de ser la expresión de los sentimientos de un pueblo en lucha. El
silencio expectante, las palmas y las voces de la gente han sido el caldo de
cultivo que ha hecho que las voces de Luis Pastor, Elisa Serna, Cancionero Rojo
o la Solfónica, se arrancaran con la fuerza mineral de los que no tienen voz.
La crítica dura a los “cantautores” convertidos en
palmeros del poder tras la Transición de Luis Pastor1,
la hermosa “Esa gente que querrá”2
cantada por Elisa Serna, adaptación de la canción de Maria del Mar Bonet “ que
volen aquesta gent”3,
la memorable actuación de Cancionero Rojo – imposible de constreñir y que hizo
vibrar con cada canción4
a todo el auditorio,con Lua, una preciosísima niña que con su fuerza confirma
que vienen tiempos nuevos que tendrán grandes cantoras, finalizó con la
entrañable actuación de la Solfónica5
que ha puesto voz y música a las últimas luchas. Pongo enlaces en homenaje a
todos ellos, pero espero que la grabación del concierto de hoy de cuenta con más
realidad que mis palabras a lo que esta noche han hecho.
El final con todxs ellxs en el escenario ha sido
apoteósico. Todo el público en pie con las manos entrelazadas hemos cantado
“Hasta siempre comandante” y “A galopar” con una fuerza difícilmente
igualable.
Finalmente quiero decir que la enorme importancia
de esta lucha por la libertad de Alfon hubiera sido imposible si no existieran
los pilares firmes en los que se apoya: Alfon y Elena, su madre. Ambos son
perfectamente conscientes, como lo expresa Elena cada vez que habla, de que lo
que están sufriendo se debe a que son hijos conscientes de la clase obrera –
Elena recordaba a su abuelo minero cuando la Solfónica cantó el “Santa Bárbara
bendita” - y de que la represión brutal que está sufriendo Alfon es el intento
del poder de amedrentar a lxs jóvenes que están dispuestxs a luchar.
Su ejemplo es imprescindible como lo ha sido
siempre la resistencia concreta de la gente del pueblo para quienes les
necesitamos para seguir luchando y a la vez confirma su capacidad inagotable
para generar sus propios símbolos de lucha.
29 de diciembre de 2012
Ángeles Maestro. Red Roja
Los enlaces los ha propuesto Nines, además incluimos uno del propio acto, recomendado por Mabel:
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